El fin

Pensaba que la vida acababa con una mirada. Con un sentirte querido. Con una esperanza de alegría.

Sentía morir viéndote reír, notando tu felicidad irrumpiendo en mi vida, paradójica, como una lágrima en la cara de un difunto. Tus ojos resplandecientes en tu mortecina fragancia de vida.

Cada día era como un día más, uno tras otro acechando tras la esquina esperando que estuvieras distraída.

Pero tú seguías ahí. Lamentaba todas las noches sin tu piel rozando la mía. Esas caricias de la madrugada en la que tus manos hacían temblar mi sentir. Suaves buenos días de una mañana más.

Quizás volviera a verte sonreir, en mis sueños, junto al inconsciente jugando conmigo una vez más.

Tu seguirías en ese rincón de mi mente donde la macabra carrera había parado para tomarse un descanso.

Cierro los ojos para que sea así. Puedo sentirte junto a mí. Tus ojos fijos en los míos, tu mirada perdida admirándome, tu suave caricia de vida..

Y nada más despertar sufro la realidad. Me miras perdido en tu vacío. El aliento de mi vida te susurra lentamente. Pero tú ya no lo escuchas. Sintiéndote vulnerable te sumerges un poco más en tu caja de madera, alejándote poco a poco de mí. Yo te llamo en silencio y gritas que no me quieres dejar. Pero los pestillos se cierran y la tierra te sepulta.

Pensaba que la vida acababa con una mirada.

Sin embargo ahora sé que acaba con no poder verte más…

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